sábado, 24 de junio de 2017

"La bohème", de Giacomo Puccini


Artistas pobres y conflictuados, la bohemia de París en el 1800. Se enamoran loca y melódicamente. 

Versión magistral de la ópera "La Bohéme", de Giacomo Puccini, con Orquesta y coro del teatro de La Scala de Milán. La dirección es del director Bruno Bartoletti.

Rodolfo - Marcelo Álvarez
Schaunard - Natale de Carolis
Benoit - Matteo Peirone
Mimi - Cristina Gallardo Domas
Marcello - Roberto Servile
Colline - G. Battista Parodi
Alcindoro - Angelo Romero
Musetta - Hey-Kyung Hong
Parpignol - Alberto Fraschina

Acto 1
El poeta Rodolfo, el pintor Marcel, el filósofo Collin y el músico Schaunard tratan de sacarse astutamente de encima al dueño de la pensión que intenta cobrar los alquileres retrasados. Inesperadamente, aparece Mimí, la costurera, y en este primer encuentro fortuito ella y Rodolfo quedan perdidamente enamorados.

Acto 2
En el café parisino Momus, Marcel, el pintor, ve acompañada a su ex novia Musetta. Luego de cantar un vals, la coqueta chica se saca de encima al hombre que está con ella, para enseguida reconciliarse y marcharse de allí con Marcel.

Acto 3
En una nevada plaza, junto a una taberna en las afueras de París, un celoso Rodolfo decide dejar a Mimí, ya tísica, y se engaña a sí mismo diciendo que no puede solventar los gastos ocasionados por la enfermedad. Aunque pronto se arrepiente, el noviazgo queda roto.

Acto 4
Musetta llega a la bohardilla con Mimí moribunda y pide a Marcello que vaya a vender sus pendientes para comprar medicinas. Schaunard vende su abrigo. Cuando regresa el grupo, ya con Rodolfo, Mimí cae en el sueño de la muerte. Rodolfo, el último en advertido, llora desconsolado.


sábado, 17 de junio de 2017

El punto virgen


En el centro de nuestro ser hay un punto de nada que no ha sido tocado por el pecado ni por la falacia, un punto de pura verdad, un punto o chispa que pertenece por entero a Dios, que nunca está a nuestra disposición, desde el cual Dios dispone de nuestras vidas, y que es inaccesible a las fantasías de nuestra mente y a las brutalidades de nuestra voluntad. Ese puntito de nada y de absoluta pobreza es la pura gloria de Dios en nosotros. Es como un diamante puro, fulgurando con la invisible luz del cielo. Está en todos, y si pudiéramos verlo, veríamos esos miles de millones de puntos de luz reuniéndose en el aspecto y fulgor del sol que desvanecería por completo toda la tiniebla y toda la crueldad de la vida…” 

Thomas Merton. Le point vierge (El punto virgen).

sábado, 10 de junio de 2017

Tres grandes formas de irreligiosidad filosófica


Por Juan Manuel Otero Barrigón // Una brevísima reflexión. A lo largo de gran parte del siglo XX, la negación de toda legitimidad a la búsqueda intelectual religiosa se basó en tres puntos de vista: negar que existan problemas religiosos; afirmar que los denominados "problemas religiosos" tienen soluciones no religiosas; y defender que los problemas religiosos no tienen solución posible. La más radical de estas negaciones es la sostenida por el Neopositivismo lógico. Se fundamenta en las famosas proposiciones de Ludwig Wittgenstein: "La pregunta de una respuesta que no puede expresarse, tampoco puede expresarse". El interrogante desaparece, ya que si una pregunta se puede plantear, entonces también se puede responder. Así, la solución del problema anida en la desaparición del problema. Sobre dicho punto de vista es que se construyó la llamada "Teoría semántica", según la cual, las proposiciones metafísicas, éticas y religiosas son carentes de sentido intelectual. Los problemas son simplemente consecuencia de un empleo no científico, inadecuado, del lenguaje. La angustia no es una enfermedad del hombre, sino una enfermedad del idioma, contenida en él. El segundo punto de vista que ha negado la validez intelectual de la investigación religiosa es el materialismo dialéctico marxista. Para la filosofía marxista, la religión es un fenómeno secundario, no primario. Se trata de una superestructura de los problemas humanos básicos: la alienación económica y social del hombre. La religión, según Marx, es el resultado de dos tendencias sociales: la resignación de las clases oprimidas y la justificación trascendente de las clases opresoras. Frente a la miseria y la situación de mera supervivencia en la que se hallan sumergidos los desposeídos, estos buscan consuelo en una existencia feliz más allá de esta vida. Las clases opresoras, a su vez, ven en la religión la garantía del orden establecido, una droga tranquilizante del proletariado. No obstante, cuando la revolución altere finalmente el orden de cosas imperante, la religión morirá de muerte natural, sin ninguna razón de ser que la mantenga con vida. Finalmente, el tercer punto de vista que ha negado toda legitimidad a la búsqueda intelectual religiosa es el existencialismo en su versión más dura, la de Jean Paul Sartre. Para el filósofo francés, los "problemas religiosos" no solamente son problemas reales, sino que son también religiosos en el sentido más estricto del término, puesto que  define al hombre como el "ser que proyecta ser Dios". Sin embargo, como dicho proyecto es un absurdo dada la contradicción misma inherente a la idea de Dios, toda búsqueda religiosa carece de sentido, debiendo resignarnos a aceptar la definición que cierra la primera de sus grandes obras filosóficas: el hombre es una pasión inútil

viernes, 2 de junio de 2017

Sobre la atomización del tiempo...


Ser parte del tiempo del otro para enriquecer el tiempo-yo. Entre menos "ruido" entre los comunicadores, mayor comunicación para con las personas de la realidad de nuestro tiempo.

Captura de pantalla: Byung Chul Han (2013). "Por favor, cierra los ojos". Ed. Herder.